Muchos aficionados de la Fórmula Uno creen que, con una oportunidad, podrían ser tan buenos pilotos como Michael Schumacher o Lewis Hamilton, pero que lo que los está deteniendo es una mala forma física y la falta de dinero.
El automovilismo es un negocio caro, por lo que un evento reciente de conducción de dos días organizado en el Circuito Yas Marina abrió los ojos de muchos aficionados y les permitió vivir la adrenalina de una carrera.
El evento, una suerte de previa para el Gran Premio de Abu Dabi del próximo mes, fue diseñado para mostrarle de forma gráfica a los medios de comunicación y algunos aficionados lo difícil que es ser piloto de F1.
Los excepcionales tiempos de reacción, la fuerza, resistencia, concentración y la capacidad de soportar altas fuerzas G son prerrequisitos para ser un buen piloto.
El doctor Riccardo Ceccarelli, que ha pasado 20 años trabajando en la F1, había ideado pruebas mentales y físicas para los visitantes, mediante el uso de un peso de cinco kilos al lado de los cascos para que sus cuellos pudieran sentir una simulación de las fuerzas G.
El grupo tuvo que sostener un volante cargado de pesos durante seis minutos para que tuvieran una idea de lo duro que es conducir al límite.
Ceccarelli dijo que había una idea errónea de que los pilotos no eran deportistas y que se sentaban a competir sin realizar un esfuerzo evidente.
Sin embargo, las carreras requieren que los pilotos se sientan en una cabina a 50 grados centígrados, con sus cuerpos sometidos a fuerzas de seis o siete G por vuelta.
Durante un gran premio de 90 minutos, el corazón de un piloto late entre 180 y 210 veces por minuto, pero, en las frenadas, la cuota se reduce a unos 50 latidos en unos pocos segundos.
Tratando de simular el esfuerzo de los pilotos con Ceccarelli, los agotados visitantes salieron frotándose el cuello y con los hombros doloridos.
Los tiempos de reacción fueron medidos con un ejercicio de concentración en una pantalla de computadora. Los participantes recibieron un dispositivo electrónico en cada mano y tenían que hacer clic en “verdadero” o “falso” sobre los colores de las palabras que parpadearon rápidamente en la pantalla.
La mayoría de las personas lograron un promedio de 75 respuestas correctas de 100. Ceccarelli dijo que el piloto de Renault Robert Kubica podía tener 100 respuestas correctas en 60 segundos y 300 seguidas seguidas sin cometer un error.
“Los pilotos tienen algo diferente en el cerebro debido a que tiene que ser rápidos, inteligentes, capaces de reaccionar y tomar decisiones”, dijo el médico.
“Cuando empecé en la F1, que fue a la misma edad que los pilotos, me sorprendí de lo bien que tomaban las decisiones cotidianas, con una claridad en sus cerebros más rápida que la mía“, agregó.
Esto, a juicio de Ceccarelli, diferencia a los pilotos de muchos otros deportistas.
“El piloto tiene la capacidad de tomar el control de muchas cosas y tomar decisiones en el momento adecuado”, agregó el médico, que ha trabajado en la investigación y formación con pilotos como Jean Alesi, Felipe Massa, Fernando Alonso y Kubica.
“El piloto debe estar en forma para durar toda la carrera sin fatigarse, pero después, si quiero mejorar el rendimiento de un piloto, tengo que hacer que su cerebro funcione más rápido durante más tiempo”, añadió.
En la pista, la temperatura era de 45 grados cuando el grupo comenzó la parte de conducción del programa.
El equipo de Abu Dabi Motorsports Management había reunido una gran variedad de maquinaria de “karts” para los monoplazas de F1 y trajo una gran cantidad de ex pilotos para ayudar, además de algunos actuales y otros con futuro.
La mayoría de los pilotos de la F1 empezaron a correr como niños en los “karts”. El grupo fue apadrinado por el ex campeón de “karts” Jules Bianchi, ahora en el programa de jóvenes pilotos de Ferrari, y Aaro Vianio.
El “karting” enseña las directrices de una carreras: cómo frenar, tomar las curvas y la capacidad de mantener una mínima velocidad, una parte clave en la conducción de la F1. La mayoría de los pilotos actuales de la máxima categoría periódicamente afinan sus habilidades en los “karts”.
La siguiente etapa fue en Radical Supersports, coches ligeros de dos plazas. El ex piloto de F1 Johnny Herbert fue el encargado de ser el técnico de los pilotos para que se acercaran rápidamente al límite de sus posibilidades.
“Consistencia y fluidez”, repetía Herbert. “Dejen que el monoplaza se quede sin curvas, sin cortes en las ruedas”, agregó.
Después de haber progresado en una tarde lo que tomaría unos cinco años para un piloto joven, los visitantes pasaron a los pesados autos Aston Martin GT, diseñados como los que compiten en Le Mans.
Posteriormente se pasó a coches de la Fórmula 3000, que son vehículos básicamente a escala reducida que los utilizados en la F1, con alerones, neumáticos lisos y un rendimiento impresionante.
La regla era que el grupo siguiera lentamente a Alesi, pero la persecución al francés pronto se convirtió en una carrera a alta velocidad.
Algunos llegaron a sus límites rápidamente, con giros incluidos, pero esto fue una verdadera muestra de lo que se siente al estar solo en un automóvil de carreras con enormes cantidades de agarre, aceleración y potencia de frenado, además de una buena dosis de sudor en los ojos.
La última vuelta fue en un coche de dos plazas por el circuito de F1, donde los visitantes sintieron el peso del gran esfuerzo, junto con las fuerzas G simuladas el día anterior en el gimnasio.
“Creo que muchos de nosotros abriga pensamientos que, dada la oportunidad, podríamos competir en los deportes de motor en un nivel superior”, dijo Neil Donnell, de 34 años, un desarrollador de juegos británico, que estaba en el circuito como ganador de un concurso de aficionados.
“Tengo mucha experiencia jugando y en diversas pruebas de tiempo de reacción normalmente lo hago bien, pero competir contra estos profesionales me hizo realmente abrir los ojos”, concluyó.
Vía Reuters
Fuente noticias24.com
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