nada más conseguir el triunfo en el Gran Premio de Monza de 2006. "Si Michael ha adquirido el compromiso de volver a la F-1, no me cabe ninguna duda de que puede asumirlo", dijo entonces Ross Brawn, el jefe de Mercedes. "Le pregunté si estaba a punto y me respondió que sí. Y él es su mayor crítico", añadió el ingeniero, una de las piezas clave en los siete títulos que acumula el corredor de Kerpen, los dos primeros en Benetton (1994 y 1995), y los cinco siguientes, de forma consecutiva, en Ferrari (de 2000 a 2004).
No hace ni dos meses que el Mundial ha puesto el cerrojo y Schumacher ha considerado que ha llegado el momento de hacer autocrítica y valorar su actuación. Si a lo largo del curso se ha limitado a decir que los ataques que ha ido recibiendo le resbalaban, ahora reconoce que se merece muchas de las cosas que se le han echado en cara, aunque también aprovecha para puntualizarlas.
"No me he visto bien, aunque puedo sobrevivir muy bien con la crítica. Lo único que hay que hacer es analizarla, escoger la que te sirve y tirar para adelante", ha declarado Schumacher, que esta temporada ha terminado el Mundial en la novena posición (72 puntos) y que no ha subido al podio ?su mejor resultado son tres cuartos puestos?. Tratándose del que muchos consideran como el mejor piloto de la historia, sus números son paupérrimos, y, más aún, si se comparan con los de Nico Rosberg, su vecino de taller. El joven corredor germano cerró el ejercicio en séptima plaza, con casi el doble de puntos (142) que Schumi,y con tres podios (Malasia, Canadá y Reino Unido) en el zurrón. En 14 de las 19 pruebas disputadas cruzó la meta por delante del Kaiser. "Esta temporada ha sido un reto, y es evidente que, en cuanto a resultados, no hemos cumplido las expectativas. El reto no es fácil, pero eso hace que el desafío sea más emocionante. No soy de esos que se rinden cuando las cosas no van bien, y creo que he demostrado a lo largo de muchos años que soy capaz de manejar retos de altura", conviene Schumacher.
Con el testimonio del interesado en una mano, Niki Lauda es la persona indicada para examinar este regreso con algo más de perspectiva. Al igual que el heptacampeón, Lauda también decidió hacer un paréntesis (1980 y 1981), ya con dos títulos en su palmarés (1975 y 1977), antes de volver a competir en 1982 y ganar su tercer y último título en 1984. A diferencia de Schumacher, el austriaco decidió dejarlo de repente, durante los entrenamientos del Gran Premio de Canadá de 1979. "Estaba harto de dar vuelta y quería centrarme en mi compañía aérea [Lauda Air]. Me bajé del coche y se lo dije a Bernie [Ecclestone, por aquel entonces patrón de Brabham]. En dos horas estaba volando de Montreal a California para negociar la compra de un DC-10", relata Lauda en F1 Racing. Sin embargo, dos años después de dejarlo le volvió a entrar el gusanillo de las carreras y Ron Dennis le invitó a un ensayo en Donington. "Cuando se enteró, la que entonces era mi mujer, Marlene, a la que había llevado a Londres con la excusa de que fuera de compras, exteriorizó sus sentimientos: '¡Serás mamón!", recuerda el ex corredor.
Para juzgar el Mundial que ha hecho Schumacher, Lauda se centra en dos elementos. "En mi segunda etapa en la F-1, lostests no estaban limitados, así que tuve kilómetros de sobra para prepararme. Michael ha tenido problemas para adaptarse. Además, se ha encontrado con un montón de jóvenes con ganas de demostrar que eran capaces de ganarle. Y a Rosberg, que es rápido de verdad. Este 2010 ha sido un año de entrenamiento para él", desgrana el tricampeón, que concluye: "En un principio pensé que Michael no tardaría más de cuatro carreras y han sido más. No me lo esperaba. Ganar carreras nunca ha sido fácil, pero ahora es incluso más difícil que antes. De todas formas, si alguien puede hacerlo ese es él".
Fuente: elapis.com
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